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miércoles, 27 de abril de 2016

'IDOMENEO' DE MOZART- PALAU DE LES ARTS- 24/ABRIL/2016... 'UNA ODISEA'


La Odisea, la clásica de Homero, aunque de soslayo, algo tiene que ver con el argumento de esta ópera. La inspiración para este montaje le vino a Livermore, responsable de la puesta en escena, de la otra Odisea, la del '2001', la fascinante obra cinematográfica de Stanley Kubrick. Con esta mezcla de epopeyas llegué a la conclusión que montar esta obra era una odisea..., un reto que se ha saldado con unos resultados notables.
La genial música de Mozart y la genialidad de Kubrick, juntas y algo revueltas, eran un aliciente para asistir a estas representaciones.

La Orquesta de la Comunitat Valenciana dio muestras de su enorme versatilidad. En esta ocasión tenía el reto de transmitir la pureza, la claridad y la luminosidad de la música de Mozart y, al mismo tiempo, integrarse en el desarrollo de los planteamientos dramáticos de la escena. La sonoridad procedente del foso fue muy gratificante.
Fabio Biondi, al frente de la orquesta, hizo una meritoria labor y llevó a buen termino esta monumental partitura. Los recitativos son fundamentales en estas obras. Se notó el trabajo en los ensayos y el resultado marcó el notable nivel musical alcanzado. Las más de tres horas de música que contiene esta ópera seria, fueron expuestas con una coherente intensidad dramática. Biondi era consciente de la dificultad de mantener el pulso sin caer en desequilibrios y lo consiguió con mucha solvencia.
      
En lo vocal también se logró unas estimables prestaciones. En esta segunda función del domingo 24 de abril, todo fluyó mejor que en la función del estreno tres días antes. Asistí el 21 a la primera representación, pero la visión parcial que tuve desde mi localidad me indujo a esperar a esta segunda función para dejar mis notas.

Gregory Kunde, el Idomeneo protagonista, está un tanto alejado del estilo mozartiano a estas alturas de su carrera. Su experiencia y magisterio en el bel canto decimonónico le permitió salir airoso. Su voz y canto estuvo muy presente y con cierta prudencia y sin alardes, dio la talla como rey de Creta.
La mezzosoprano Monica Bacelli, declaró en la presentación a la prensa, previa a estas representaciones, que le resultaba difícil el papel de Idamante, al tener que hacer de hombre. Esta supuesta dificultad la superó con creces. Bordó los recitativos, matizando con pleno dominio sus recursos vocales. Su canto no fue espectacular, pero estuvo siempre al servicio de la expresión y fue muy convincente dando vida al joven príncipe.
La generosa y enamorada princesa Ilia estuvo encarnada por la joven soprano brasileña Lina Mendes. Una voz atractiva y dúctil, con suficientes recursos para brillar en todas sus intervenciones.
Carmen Romeu, soprano valenciana de voz sonora, hizo de Elettra una potente creación, muy acorde con el visceral personaje. Quizá le faltó matizar algo más. En su última y difícil aria impactó vocalmente y su presencia en escena fue muy eficaz.
Emmanuel Faraldo quedó algo deslucido por falta de proyección vocal, aún así, cantó con mucha corrección el personaje de Arbace.
Michael Borth como sumo sacerdote y Alejandro López como la voz, que interviene al final del último acto, completaron el cuadro de protagonistas. Ambos estuvieron muy correctos.
El Cor de la Generalitat Valenciana, muy presente en esta obra, no solo en lo vocal sino también en la presencia escénica, proporcionó otra noche para el recuerdo. Cantar como lo hacen e implicarse de ese modo en lo teatral, es una muestra de profesionalidad y excelencia, reconocidas ambas cualidades por todos los que tienen la fortuna de trabajar con sus componentes.
Mozart puso su excelente música y Biondi situó los "balletti" en dos momentos de la representación, que según sus palabras, no interfirieran demasiado en el discurso dramático. Los componentes del Ballet de la Generalitat, también muy involucrados en diversos momentos escénicos, resolvieron la acuática coreografía de Leonardo Santos con sugestiva plasticidad y una cuasi perfecta ejecución. Difícil mantener el equilibrio y la coordinación en una superficie con agua y algo resbaladiza. Lo consiguieron. Bravo por ellos.



Davide Livermore, intendente y director artístico de Les Arts, firma esta puesta en escena y es responsable tanto de la dirección como de la escenografía. En la ya mencionada presentación a la prensa, Livermore hizó alusión a 'un viaje del hombre al interior de su alma'... y declaró que esta era una 'superproducción con supermilagros en el presupuesto'... Una odisea más...
Con estas premisas y la mejor de las intenciones hay que acercarse a Les Arts, para disfrutar de este Idomeneo alejado de mitologías clásicas y con planteamientos mucho más cercanos a la realidad histórica de nuestros días.
Es un espectáculo muy visual, repleto de ideas y con una muy estudiada dirección teatral y diseño escénico. El vestuario es de Mariana Fracasso, la iluminación de Antonio Castro y la videocreación es de D-WOK. Todos ellos merecen una valoración positiva y plena de aciertos.
Hay un viaje espacial y un regreso accidentado. Referencias a un mundo en conflicto. Victimas y supervivientes de esos mismos conflictos. Una plataforma metálica que une y separa. Alusiones a los diferentes y engañosos discursos en organismos oficiales. Juegos de espejos en los que se reflejan, enfrentandose a sus propios conflictos, los personajes. Réplícas de Elettra, el personaje más interesado y negativo. Un Arbace militar que aconseja a Idomeneo en la resolución del dilema que él mismo se ha generado. Una voz al final de la ópera, que no es otra que la misma voz de la conciencia del protagonista... y hay también, numerosas ideas tomadas de la película de Kubrick. La visión de '2001: Una odisea del espacio' dejaba a los espectadores con numerosos interrogantes, pero con una amalgama de sensaciones y cierta fascinación por todo lo visto y por la banda sonora escuchada. Algo parecido, salvando las distancias, ocurre con este Idomeneo. Algunas pizcas de fascinación visual tiene, o muchas de ellas, según cada cual. La banda sonora que firma Mozart hace el resto. 


Imagen del final de la representación
Dos genios, Mozart y Kubrick, y algunas genialidades escénicas, no exentas de algún exceso, por parte de Livermore, contribuyeron a dejar una sensación de haber asistido a un espectáculo muy estimulante. Si a esto sumamos el nivel conseguido en la parte musical, dan como resultado una memorable 'tarde-noche' de ópera... El domingo comenzó la función a las 18:00, dejando fuera un espléndido sol de tarde. El final de la representación se puede interpretar como un regenerador canto a la vida. A la salida nos topamos de lleno con una noche primaveral... 



martes, 12 de abril de 2016

IDOMENEO DE MOZART... INVOCANDO A SANTA RITA


Ante el próximo estreno de esta joya de la ópera en Les Arts, dejo aquí unas notas, algo aclaratorias y algo menos reflexivas, como paso previo a lo que nos depararán las cinco representaciones programadas para la ocasión.

Idomeneo, que da nombre a la obra, es rey de Creta y junto con Idamante, su hijo; Illia, princesa troyana confinada en la isla e hija de Príamo, y Electra, princesa e hija del rey de Micenas Agamenón y refugiada en Creta, son los cuatro protagonistas principales de esta ópera seria de Mozart. Los otros personajes son: Arbace, confidente de Idomeneo; el sumo sacerdote, y la voz de Neptuno. Hay un conflicto amoroso, ya que las dos princesas están prendadas del hijo de rey. Una por puros sentimientos y la otra por intereses más pragmáticos. Pero el verdadero conflicto lo genera (y de ahí la invocación que hago a Santa Rita, patrona de los casos difíciles y desesperados) la tempestad marina con la que se topa Idomeneo volviendo de la guerra de Troya. El barco y la vida del rey corren peligro. A este se le ocurre la promesa al dios de los mares, Neptuno, de ofrecerle en sacrificio la vida de la primera persona con la que se encuentre al pisar tierra, si consigue llegar sano y salvo a Creta. Esta primera persona que lo recibe es Idamante. El rey no lo reconoce. Era un niño cuando su padre se fue a la guerra y ahora está hecho un hombretón que cautiva a las princesas sin reino que, con mayor o menor fortuna, residen en Creta. En ese momento Idamente, sin saberlo, tiene los días contados. Cuando Idomeneo reconoce a su hijo, o se presenta como tal, empieza la trágica y angustiosa trama para el rey y padre de la criatura. al pretender escaquearse de la ofrenda prometida al indolente y colérico Neptuno. El dios del tridente le exige que cumpla lo prometido, y como padre, Idomeneo intenta por todos los medios no tener que sacrificar a su hijo. El rey intenta que su descendiente huya de Creta con Electra. Neptuno provoca una nueva tempestad y envía un monstruo marino para impedir esta treta. A Idomeneo no le queda otra salida que aceptar tener que cumplir su promesa. En el momento del sacrificio, Ilia, en un acto de amor, se ofrece a ser ella la victima para calmar la cólera divina y salvar la vida de Idamante.
Todo acaba bien. El dios marino, conmovido por este acto de amor, revoca la promesa hecha por el rey y no exige ningún acto cruento. Impone a cambio, la abdicación de Idomeneo en favor de su hijo y el matrimonio del flamante príncipe de Creta con la princesa troyana Ilia. Final Feliz. Un triunfo del amor terrenal y de la política divina.

El libreto es de Giambattista Varesco, que adaptó al italiano el original francés de Antoine Danchet para la ópera de Andre Campra 'Idomenée', estrenada en 1712. Mozart se implicó mucho en el resultado final del texto, con múltiples indicaciones para ajustarlo a sus necesidades musicales. Con la complicidad de este, Varesco modificó el trágico final del texto original por uno más complaciente y acorde con el espíritu optimista propio de la Ilustración.



Para los no muy amantes de la mitología clásica, hay que recalcar que la música la firma Mozart. Es una ópera seria en todos los sentidos, tanto en el dramático, como en la importancia que tiene dentro del catálogo del músico de Salzburgo. Es definida como coral, por las numerosas intervenciones y la importancia que tienen los conjuntos en el desarrollo dramático. Fue estrenada el 29 de enero de 1781 en Múnich y supuso en su momento una relativa aunque notoria evolución con respecto a sus obras anteriores.
La singularidad de esta obra está en la simbiosis de las influencias que en ella se dan. Son perceptibles la mirada al pasado de la tradición en la ópera seria italiana, las aportaciones de las tragedias líricas francesas y la revolución puesta en marcha por Gluck en el sentido de la continuidad dramática del texto a través de la música.
La impresión que permanece tras la escucha de esta, en muchos aspectos, obra maestra, es la luminosidad propia de toda la música de Mozart; la maestría en la forma de introducir los recitativos acompañados en el desarrollo de la acción; la perfecta definición de la psicología de los personajes; la utilización novedosa de la orquesta y algunos instrumentos como elemento dramático; la pretendida continuidad en la narración por la estimable conjunción de texto y música; las intervenciones corales en todas las partes de la obra, y por encima de todo la belleza y musicalidad que impregna Mozart en sus arias, conjuntos, concertantes y temas musicales propios de esta obra.
La época en la que se crea esta pieza lírica se enmarca en pleno clasicismo musical y Mozart, uno de sus máximos representantes, dejó para la posteridad una tragedia lírica u ópera seria que supuso un antes y un después en su proceso creativo. Lo hecho con antelación despierta nuestro encanto, a partir de esta inspiradísima partitura, no nos queda más que rendirnos a la admiración de un genio de la ópera.

Un maravilloso juego entre el destino de dos hombres y la justicia divina...